Una jornada profunda y emotiva se vivió este jueves en las Residencias San Vicente de Paul y en la Red de Hogares de la Fundación San Vicente de Paul.
La caminata espiritual es una tradición de nuestras residencias, organizada por el área de Formación de la Red de Hogares San Vicente de Paul, con el objetivo de que colaboradores y residentes estén en sintonía para fortalecer el sentido de pertenencia, estrechar los lazos de amistad cristiana y reforzar el carisma vicentino
Normalmente se realiza dos veces al año, pero este fue diferente. Después de no haber podido realizar la caminata el primer semestre, los colaboradores y residentes se unieron en un día de oración y reflexión, enfocado en buscar lo positivo y esperanzador de este año lleno de dificultades y preocupaciones. Por eso se eligió este nombre para la versión 2020: al igual que las flores en el desierto, fenómeno natural del norte chileno, hemos demostrado nuestra capacidad de resiliencia y adaptación en tiempos difíciles.
La comunidad de cada residencia se congregó en tres pausas guiadas por los siguientes temas: tormenta de arena, agua en el camino, sol para florecer y la actividad de cierre, flores en el desierto.
Cada participante recibió un pétalo de cartulina en el que incorporaron sus reflexiones. Al finalizar cada momento se pegaron estos pétalos o flores, creando un mural que simboliza el trabajo en equipo y la fortaleza con que cada uno ha enfrentado estos meses de pandemia.
Fue un día para rememorar los duros momentos que se ha vivido y descubrir que frente a esta crisis cada uno pudo hacer florecer lo mejor de sí mismo, en compañía de un gran equipo que también se vio fortalecido en medio de la dificultad.
También pudimos constatar y agradecer la permanente compañía de Dios y la Virgen María en los momentos más difíciles de la emergencia sanitaria.